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Deriva genética, un mecanismo para la evolución

 

Las poblaciones son grupos finitos de individuos de una misma especie que comparten un espacio y un tiempo. En cada generación, los genes se mezclan (por reproducción sexual) para formar individuos nuevos. Esta característica implica que las frecuencias génicas pueden cambiar por el azar, según se encuentren unos genes con otros. A este proceso se le denomina deriva génica. Los componentes de una población no tienen la misma importancia con respecto a la reproducción, al menos, en las especies dioicas (con sexos separados en diferentes individuos). Por regla general, las hembras tienen una capacidad de reproducción menor que los machos, porque tienen un número de gametos que pueden poner a disposición de la reproducción  es muy limitado y energéticamente costoso, además en algunos casos (mamíferos, aves, reptiles) tienen que acarrear con los periodos de gestación del embrión durante los cuales no pueden reproducirse y destinan mucha energía. Por otro lado, existen dos situaciones muy frecuentes en las poblaciones donde la deriva génica se pone de manifiesto de manera más clara. Una de ellas es el llamado cuello de botella, una reducción drástica del tamaño poblacional auspiciada por unas condiciones desfavorables (como fue, por ejemplo, la peste negra para el hombre de la Edad Media). La otra es el efecto fundador, el surgimiento de una nueva población a partir de individuos que pertenecían a otra (como ocurre con en la agrupación religiosa de los Amish).

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